lunes, 28 de julio de 2014

La Una




Permitirme un pequeño inciso de nuevo. Hoy os vengo a traer una carta, que el 17 de Julio de 2014, di a leer por primera vez a mi madre. 17 de Julio que sin duda, cambió mi vida, por completo, y a mejor.
Hoy quiero compartirla con vosotros porque sí, porque me apetece. Porque las mejores historias radican en la vida, y la vida, merece ser contada.




La primera vez que comencé a escribir de forma seria, el calendario marcaba el 12 de Diciembre de 2012. Ese mismo día dejé unas cuantas hojas en blanco para escribir las historias más dulces y oníricas del mundo.
 Hoy vengo a contarte una historia, “La Una” quizás, eres la primera y única persona que lee estas líneas, y por el momento, deseo que así sea. Ya entenderás porqué…
 Quizás esta sea la más difícil de plasmar, y por eso la escribo, por eso y porque me desidia decir las cosas dos veces. Porque si tratase de tornarla oral, no sería capaz de decir una palabra, de tantas y tantas que tengo que escribir…
Sólo hay una regla; has de leer el texto al completo, y de una sola vez. Así que si empiezas has de terminar, y no hacer preguntas hasta entonces…


 No se por donde empezar, sinceramente. Quizás hablando desde el corazón, dicen que reporta belleza siempre.

 El valor que se gana por miedoso es el peor enemigo que te puedes agenciar, de eso se mucho. Si en su momento hubiese dado un paso al frente y te hubiera dicho la verdad, me había ahorrado un lastre que me ha atado durante toda mi vida.  Se que hubiera bastado con unas frases… Y no veas como me reconcome no haberlas dicho nunca, porque sin dudas es un fantasma que me ata y desata, y de apoco va matando, me coge y levanta, y vuelve a tirar… Desde luego, todo podría ser felizmente diferente hoy. Y eso siempre me seguirá matando.

 Dudé en algún momento, pero la verdad siempre estuvo ahí, sólo que no era fácil de interiorizar. Y por azares e impuestos de la vida mi desarrollo se tornó paralelo. Y me vi inmerso en una realidad que Yo no quiero, Yo, no quiero... Ni quería, y se que no querré. Pero la sociedad te impone y te somete. Tú debes ser fuerte, gallardo, robusto. La otra persona por el contrario empática, abierta, bella. Y yo pregunto, ¿Quién es el que otorga las verdades, si tan sólo yo, soy yo?
 En efecto Mamá, viví por costumbrismo, por miedo, por ansiedades, por llantos, por incomprensión y desconocimiento. Y yo no quiero vivir así.
Dicen que cuando un cautivo vive demasiado tiempo con su cautor desarrolla cierta necesidad imperiosa hacia él. Lo mío fue similar, viví como hombre por esconder la cabeza debajo de las sábanas tras la tormenta, y me acostumbré a no pensar. Porque como pensase me echaba a llorar.
 Y de ahí venían los llantos desconsolados sin razón cuando era niño, con eso de “No se lo que me pasa” Y era cierto, aún no entendía lo que era la ansiedad.
De ahí derivó una “curiosidad” silenciosa,  por saber lo que me pasaba. Y con ella la idea idiota de que lo que hacía era pernicioso o vil. Tan sólo porque no era lo habitual.

El entorno no ayuda, no sólo el cercano (y no tengo nada que reprochar, al menos no a ti, si no a mi), pues te venden la moto de que sólo existe un camino hacia la felicidad, cuando esta se esconde en la mera sonrisa de cuando la lluvia comienza a escampar.
 Y comienzas a dejar las cosas pasar, porque duele menos, pero la gangrena se extiende y aunque la ves crecer día a día, no te paras, porque el silencio es menos doloroso. Como la calma que precede a una tormenta, o una sonrisa de casting barato.
 La vida se convierte, entonces,  en una puta divertida que acaba por cobrar factura.
 Y las facturas llegan como el invierno, frío e impasible. Y como no tienes nada más que la propia mentira que estás viviendo, te aferras a ella. Si es que no tienes nada más, además ser “lo otro” está… ¿mal?
 Y los chavales, tus “amigos” quizás, se ríen de ti. Es normal, no eres normal. Eres el más bajito, el más endeble, el que no encaja en los juegos, el que no chuta fuerte… Lo único que te queda en un momento dado es tu propia estima, y autarquizada prepotencia para poder sobrevivir.
 Y te aislas más en ti, porque como le dijo aquella profesora de cuarto de primaria a tu madre, “Su hijo dice que no tiene amigos” y es cierto, no los tienes porque no encajas. ¿Cómo vas a encajar si cuando ellos juegan a las canicas tú ya le escribes líneas al dolor? Si ya reflexionas sobre el valor de la vida que se te escapa… Y puedo decir que no me arrepiento de nada (hasta ese momento)  pero… en uno de esos momentos tuve que haber dicho ¡basta!, y hablar sin miedo…

Llegan épocas de cambios, de institutos, de nuevas amistades. Y la cosa desde luego no mejora. Al contrario. Tú creces, tu cuerpo por desgracia hacia una dirección predeterminada. Y el desequilibrio aumenta. Ya no te vale eso de “No encajo porque los demás son gilipollas, que también” Sino eso de “¿Y ahora?, ¿porqué tiene que ser así?”
 La humillación continúa y por orgullo de patria chica sigues callado, olvidando que no es más cobarde quien más se queja, si no quién más calla.
 Y la única solución es optar por desarrollar a alguien que no eres tú, que es totalmente contrario a ti, y que sin duda odias. Pero es la única forma de sobrevivir.
 Y entras a un gimnasio, allí encuentras a gente con la que eres uno más. Nadie pregunta si eres de aquí o de allá. Simplemente, estás. Y nadie te molesta. Parece un buen sitio… Si obviamos que te obliga a ser alguien que no quieres todavía más, y que por si fuera poco, ¡lo perpetúa!... Sigues sabiendo lo que quieres, en ocasiones estás apunto de abrir la boca, pero… No lo haces, estipulas que no es el momento idóneo… ¡¿Porqué?! Mientras patéticamente tu vida, tu felicidad, se van agachadas por la puerta de atrás.
Y te conviertes en efecto en alguien que no quieres, pero es que se ha dejado de meter contigo tanto… y aunque te odias por dentro hasta un grado insospechable, por fuera aparentas férrea entereza y entusiasmo… Lo único que te entusiasma es que por fin te dan un respiro.

Y continúas así años, porque piensas que el tren ya ha pasado para ti, y que tienes que resignarte… Aunque por dentro, a escondidas, sabes que nunca, jamás, serás feliz así. Pero tampoco le quieres provocar problemas a tu familia cercana… ¡qué violento, decírselo! Pero… ¡Ay! Si hubiera sido más valiente de pequeño ahora sería tan feliz… Y eso si que hubiera sido cierto… Me mata.
 Hasta que llega un día… un día en el que entiendes en que no tienes que estar “fuerte” para serlo. En el que el criterio ajeno nada te tiene que ver.
Un día en que la sabiduría la atesora la riqueza del alma y no los años. Y entiendes, que aunque es algo tarde, nunca lo es. Cuando entiendes que aunque tendrás que enmendar los muchos errores que te claudican, el camino merecerá la pena si la meta es tu felicidad.
 Y tan sólo un empujoncito, PUM, hace reventar todo. Y quieres sacarlo a la luz, y no como tantas aquellas veces que no te atreviste por miedoso, porque el miedo pudo más que la felicidad. Y te alegras. Y sonríes, aunque tienes miedo de no poder lograrlo, de lo violenta que será la situación, del resultado, de lo inverosímil, de muchas cosas, pero nada de eso importa cuando sigues a tus pasiones.
 Porque entonces sí que eres tú, esa es tu “Una”, tú historia.

Como me dijo una gran persona, “no se trata de que te digan unas palabras de apoyo. Todo lo que te puedan decir, tú  ya lo sabes. Porque es así como piensan  las personas que te quieren, en tu felicidad. El que te quiere, lo hará pase lo que pase.”  Así que supongo que vivir la vida es la única forma de vivirla.

Mamá esto se me sigue haciendo difícil, y aunque creo que las analogías ya son tan obvias, diré que simplemente siempre quise ser Chica. Nunca me atreví a decírtelo…
 Así que si hilas, entenderás que todo tiene sentido, cada situación extraña, cada pieza que no encajaba. Pero me daba vergüenza confesarlo, y más de un quebradero de cabeza me costó… Estos últimos meses he ido aceptándome y queriéndome. Y con la ayuda de gente, a la que sí considero amigos. He ido entendiendo que hay que ser quién eres, pues quien te quiere, te quiere a ti, más allá de si eres un o una.
 Te pido comprensión por favor, tu cariño, y tú apoyo. No es una decisión tomada a la ligera. Es fruto de la reflexión de toda una vida, y se quién soy.  Y ya sabes que a reflexión no me gana nadie. Quiero ser una chica, y sí, por si también te lo preguntas, me gustan los chicos. 
Tan sólo deseo que te lo tomes bien. Tan sólo quiero ser quién realmente soy, y quiero ser.

 Te quiero muchísimo, lo has sido todo para mí. Muchas gracias.






lunes, 7 de julio de 2014

La Autarquía De La Prepotencia



Dedicado a Yay y a todos aquellos que no se subyugan y claudican su pensamiento. Los que siguen luchando, los que no saben cerrar la boca.
 Dedicado, también los desestimados señores de la calle “25 de Julio nº5” por relativo.


La autarquía de la prepotencia sin duda radica en la ignorancia. Y más que ignorancia esto ya roza la incapacidad.
 Uno de mis maestros dijo una vez que si se juzga a un escualo por su capacidad para trepar un árbol, este parecerá un completo inútil.  Lo mismo se extrapola al circo esperpéntico al que comúnmente se conoce como ejército.

 No se a que mente pensante, y ferviente del clientelismo, le ha golpeado la piedra de la epifanía en la cabeza y se le ha ocurrido la feliz idea de pensar; primero que la Inteligencia se puede cuantificar, y segundo que en todo caso el IQ se puede aumentar regurgitando y vomitando unas respuestas prefijadas.
Lo más curioso es que al final resulta que los "listos" son los más tontos, los más aptos los más encajonados, y los determinados a formar las respetables filas son sin lugar a dudas, los más adoctrinados.
A veces pienso que todo es un arduo y entresijado complot estatal por cribar la distinción. Y otras pienso que estoy sobreestimando a este ser, y que simplemente es un pobre ignorante que se sienta a echar pestes de los demás sólo porque los otros niños no quieren jugar con él.
De una manera u otra, el resultado es un hermetismo, que ya sea por necesidad o por falta de razones, se traga fondos y faltas por igual.
Lo que está claro, es que aquí están los que están y los que no están. Y parece simple, corroborando lo sumamente complejo que es.

Se que nadie tira piedras contra su propio tejado, pero en un ejercicio de conciencia fría y alejada... El término técnico sería un... "¿En serio?"  Aquí esto no hay nadie que se lo trague... Y el que lo haga que piense seriamente en la eutanasia... Pues está muy enfermo y a diferencia de lo que aquí el Teniente psicólogo del "25 de Julio" de la subdelegación de Tenerife,  profesa en respecto del IQ, esto no se mejora con la práctica.
El ejercicio de querer taparse con la manta y obviar el mundo exterior, resulta más pueril que práctico. Pero aquí, en "buro-antiproductividad-militar" les funciona bien no se crea usted...
Sigan agarrándose al sillón,  llenen los estamentos de chupasangres autárticos de la misma ideología vacua. Porque estos métodos nunca han funcionado mejor, no tanto como en la pseudo sociedad decimonónica que conforman por aquí. Donde juez, jurado y verdugo comparten la misma sombra.

He visto a tantos altos mandos mujeres como personas que no sean victimas  del desprecio oculto tras una cara amable. Ninguna. Y lo veo, lo veo en cada mirada, me hablan, me escupen, presas de su propia de  prepotencia autártica de su propia mente, pobre, que busca la supervivencia a toda costa, aunque esta pase por la ignorancia.
 ¿Y qué pasa conmigo? ¿Que me desvinculáis de vuestras empresas? ¿Por qué? ¿Porque no llevo el collar de castigo abrochado, porque ni quiero ni puedo cerrar la boca, porque no soy dócil, o porque no quiero ser vuestro imbécil? ¿Eso me convierte en peligro no? Yo no soy el que tiene los fusiles… Y puede que vosotros podáis ser más fuertes, en masa, que yo… Vosotros podréis tener el poder, mas, yo tengo algo en la cabeza que jamás cataréis, la razón…
 Vendéis historias efímeras, que comienzan cuando empiezan a terminar. Y buscáis compromiso, y coperatividad, y trabajo, y también compañerismo, que no se diga...
Cualidades que sin embargo, viene a reunir tu cuñado, ¡Eh!, Mera casualidad…
Dicho sea de paso, también es casualidad que el día 27 de Junio de 2014 en la Subdelegación de Defensa del “25 de Julio” en Tenerife; 
A las 8 de la mañana, un grupo de solicitantes estuvieran discutiendo donde los “iban” a destinar.
 Que el mismo grupo más tarde se dedicase a parlotear en el patio interior con unos altos cargos haciéndose carantoñas y con actitud de jolgorio, mientras en la lejanía regalaban algún que otro guiño a terceros.
 Que comentasen animosos las respuestas del examen antes de que este haya tenido lugar si quiera.
Que la mayoría compartiesen el mismo primer o segundo apellido.
O que tras manifestar educada sorpresa al comunicárseme el fallo en respuestas tales, y literales, como “Manolito tiene 340 sellos, cuántos les faltan para completar la colección de 360” al psicólogo se le olvidase, por casualidad siempre, hacerme la entrevista, y poco menos que me invitase a salir de su despacho al pedir ver el examen.
 Con respecto a esto, creo que es inverosímil el hecho de que ya no sólo de que una persona se equivoque una vez, si no sistemáticamente en este tipo de preguntas. Y menos teniendo estudios universitarios. Y menos teniendo estudios universitarios… Modestia aparte.
Casualidad…

 Cuan hambriento afán por corromper todos los estamentos, por borrar todo atisbo de lucidez de los estratos respetables.  ¿Os sentís seguros sólo cuando vuestra incompetencia queda ensombrecida por la de otros? ¿Extinguir sueños os hace grandes? ¿Acaso en vez de solucionar vuestros traumas se los inculcáis a los demás para mitigar vuestra desgracia? Pobres bobos, me dais pena pues lo único que os queda es una prepotencia que ni si quiera es vuestra, que usáis para escudaros de las tristeza. Pues sois las marionetas que por comer se suicidan, que por más que su alma grite mansa y deliberadamente no dejarán de ser, por siempre, sumisos, en estampida.