sábado, 21 de diciembre de 2013

Bellas Formas Y Maneras De Perder El Tiempo



Bellas formas y maneras de perder el tiempo son las que se agolpan acompasadas en la puerta de una empresa propia.
 Estoy rodeado de las gentes, del vil rebaño corrompido por la decencia y el buen hacer (1). Todos, inmersos en vidas que ahora toman como propias… pero vidas sin duda impuestas, sin embargo y peculiarmente, si la germinación vieniera dada por cualquier otro vientre, también serían “propias”. Es lo que tiene el determinismo, el del sistema, de lo pulcro…(2)




A veces pienso que esto me supera, que los convencionalismos han dado paso a una realidad insustancial que me arremete y exaspera. Cual sutil y macabro castigo personal que me recuerda que cerrar los ojos en la tormenta no suele dar saludables frutos.

Las mareas vienen y van, y parece que no subirte a caballo de sus manidos complejos te convierte en un paria y un vago, un maleante si lo prefieren. Me congratulo en serlo, y puedo decirlo con la boca llena. Pero me aterra, supongo que como a cualquiera que sea consecuente, no tener un plan definido.

 Alzo la cabeza y ahí están… Cómo hormiguitas obreras, todos inmersos en la dedicación de su consigna. No tienen nada controlado, pero lo tienen todo bajo control. No el suyo desde luego, si no del que viene dictado desde arriba, el de la conciencia social y colectiva vacua.
Y actúan porque educación les dicta el papel que deben actuar, y ellos actúan, supongo que sin pensar, actuando.
 ¿Pero acaso no tienen un camino? ¿Una meta? ¿Un objetivo?

 ¿Y yo que tengo? ¿Un ideal, que me dará de comer mañana? ¿Una barrera que me separa de a cuantos toco? ¿Tunancia, miedo, complejos, enfado?

Todos tenemos un plan, el mío no es este.
 El mío no es quedarme postrado ante un montón de fórmulas insulsas mientras tengo que olvidarme por un momento donde estoy, para poder estar. Porque odio la situación en si misma, odio la belleza efímera de las dignas situaciones de aparentar que todo está bien, y que simplemente, no lo esté...
 Supongo que siempre he dicho que ante todo odio hablar sin decir nada… tener que hacerlo me va matando lenta y exquisitamente.


Al final todo alegoriza en un chiste ingrato y grosero, un esperpento de mi realidad que se sustenta en lo inseguro, y que mañana tendrá que caer, porque el amparo de cuanto es ilegítimo tiene fecha de caducidad.
 Y es muy obvio, tanto que duele, pero intrincadamente complejo cuando todo se confiere contrario.

¿Realmente valgo para escribir? ¿Son mis letras dignas de provocar, de elucubrar, de hacer brotar algún sentimiento? No hacemos más que intentar vendernos, y es que al término ¿Qué importa el talento cuando las metas son otras? (3)
 Porque veo a filósofos pudriéndose tras vectores, a no pocos dignos literatos ignorando por completo bellas ecuaciones que describen el mundo cual poemas, veo a genios encadenados y subyugados a mal vivir como completos inútiles, mientras los verdaderos incompetentes copan listas al congreso.
Veo mentiras que se convierten en verdades,  penosas y patéticas verdades ¡ Qué triste!, que para vivir haya llegado el punto en el que tenemos que dejar de hacerlo. (3)

La misma desidia que me impide a mi dar un golpe sobre la mesa, es la heredada años atrás de una sociedad que no quiere arremangarse y hacer las cosas bien. Porque tienen miedo… Porque, ¿Acaso mal viviendo no se puede vivir? Paupérrima y míseramente, habrá a quién le guste este modelo de subsistencia en el barro, por que se vive, creedme. Pero a mi no… Yo no quiero subsistir… hace tiempo que quiero coexistir. (4)
 Por otro lado… ¿Para qué arriesgar? Seamos funcionarios de la vida…

Y es que paradójicamente, con vuestro miedo, el que no os habéis parado a revisar si tenéis si quiera, con esa bestia abominable y desesperante ahogáis las vidas de quienes quieren no quereros.
 Los que no estamos en vuestro bando somos los perjudicados, los otros son dignos, idiotas pero dignos… (1)

Y ¿Cómo no?, cerrando el chiste macabro vuestras fuentes alimentan nuestras bellas formas y maneras de perder el tiempo (5).







(1)     Refiriéndose a los individuos que están inmersos en la educación sin cuestionarla lo más mínimo, ni ser críticos con su situación dentro de ella. Y que por supuesto son, los “Bien vistos” los “listos” “empollones”, llámelo “X”. Yo los llamo “listos de libro” porque regurgitan conocimiento que desconocen.

(2)     Haciendo referencia a como el sistema empuja a los individuos a no pensar y actuar dócil y estúpidamente para ser alguien “respetable”

(3)     Haciendo referencia, al afán capitalista y materialista de movernos por intereses netamente económicos.

(4)     Alusión al deseo utópico de un pensamiento social basado en el respeto, que permita a cada individuo realizarse como persona que es.
Se trata de educar de verdad a la población, de educarla en valores, para construirle un pensamiento sólido y emancipado que permita el desarrollo sin necesidad de subyugar mediante la colectivización, que al final lo que hace es erradicar el progreso. En otras palabras, educación en valores que permita desalienar.

(5)     En efecto, el hecho de querer alejarse de esta situación, provoca curiosamente que muchos se vean obligados a aceptar sus normar y a convivir dentro de ellas. Puesto que el camino más simple es reformar los dogmas desde dentro. Qué no la más fácil, ni la mejor, llegados a este punto.