Adentrarme en una etapa vital con tanta ebullición,
favoreciente para las creaciones aunque no tanto para pasar los días, es
perfecto.
Perfecto para concebir tormentas, oasis, y páramos
desérticos por igual y doquier, en cada esquina, sin preguntar, sin atender... Permitiendo
equilibrar la corrupción y corrigiendo males al azar. Provocando vida y muerte
de los mismos miedos que hoy quieren desterrar...
No podemos negar lo que somos, somos agua, luz, pero también
sombras y sed. Podemos ocultarlo, enmascararlo, engañarnos, podemos construir
mundos mentirosos, podemos vivir en una mentira, podemos aferrarnos a la verdad
elucubrada a partir del hastío de no poder pasar los días con la claridad
suficiente para tener la cordura mental exacta como para poder atizar a
quién competa con nuestras propias divisas. Podemos hasta olvidarnos
momentáneamente de donde estamos, a donde vamos o si somos sol o luna, o ambos,
o ninguno…
Podemos morir a base
de estallidos que provoquen un letargo indefinido a acusa de dios sabe qué…
Pero al final no
podemos negar lo que somos, podríamos cambiar un ápice, pero cada quién es
quién es. La naturaleza termina por salir a la luz. A quienes sólo servimos
para que nos zurren a golpes no nos queda otra que disfrutar viviendo así,
porque disfruto realmente viviendo así, porque para mi no hay mejor vida. Y no
pasa un día sin que le de gracias a Dios por ello.
No conozco otra vida,
y ya es tarde para conocerla. No es que sea nada malo, y no vengáis con optimismos estúpidos y pueriles
porque ya me conozco muchos cuentos similares, ninguno termina bien.
Podemos variar de
trayecto, curvos, directos, sin salida… pero estos sólo es un ínfimo porcentaje
de lo que es.
No obstante, y
formidablemente, hay que ver como esto a menudo es más que suficiente para
marcar la diferencia. Y es que estas pequeñas pinceladas desembocan en ríos y
mares muy dispares. Tal como el vuelo de una mariposa puede transformarse en un
huracán en la otra parte del mundo.
¿Y qué si no hay otra vida?, si es la que he elegido yo. Porque
no todos pueden decir los mismo. Yo he elegido, y son los pasos los que
definen, las pérdidas las que marcan la diferencia y distanciarse de la
mediocridad el grado con el que se mide el éxito. Así que si me he definido,
soy diferente y distante de muchos, ¿Acaso algo puede estar mal? Pueden haber
muchos errores, no lo niego, pero estos errores no tienen defecto alguno.
¿Y cuando no ha habido nada que contar? Cuando no he sido el
dueño del pasado que quemaba ideas locas, ni de la posibilidad de acercarme a
algunos anhelos determinados, cuando si pudiese haber sido el dueño de un
mensaje en clave me hubiese escuchado según quién, le habrían abierto una
puerta a mi presente, dándole un motivo a mi futuro…
Pero las cosas no
fueron así… cuando no hubo nada que contar fue porque una figura ganó sin saber
ni quiera lo que estaba en juego. Es una mofa sublime a la par que macabra. Es
la razón por la cuál me he levantado los últimos días que han venido viniendo.
La soledad te va
destruyendo por dentro, te ata y amordaza, pero la hija de puta te deja una
rendija para que mires lo que te pierdes, y sabes que puedes, y sabes que no
debes, y sabes muchas cosas que no saben, y que no sabrán quizás. Sabes que se
arrepentirán, sabes las razones, sabes los medios, ¡y joder!, Cómo te gustaría
que lo supieran…
Pero te callas porque
aún están contando cuentos de esos que hablan de” risas, moda, sexo y libertad.
La fiesta dura lo que una cometa”, y, jugando a ser mayores mientras en casa
les esperan Papá y Mamá con la merienda en una mano y el escudo en otra,
soledad…
Y duele…
Sabes, más bien rezas, que por lo menos cuando años más
tarde echando la vista atrás, se den cuenta de todo lo que ni siquiera sabían
que desconocían. Entonces será demasiado tarde para ti, porque ya no estarás
aquí para que te escuchen decir lo que gritaban tus ojos, eso que quieres
contar y de lo que no quieres dejarte nada en el tintero.
Esperas anhelante que
lleguen a tu verdad cuanto antes, aunque sabes que no lo verás hoy, pero ¿Quién
sabe?
Sin saberlo muy bien, han tenido cavidad realidades que ni
por asomo la hubiesen tenido ayer. Y eso es muestra lo esperpéntica que puede
llegar a ser la situación. Pero no deja de ser real y verdadera.
Y te alegras, porque es tu verdad, una realidad a la cual le
has dado forma porque tú, y en esencia sólo tú, has decidido engendrar.
No puedes evitar, no obstante, no sentirte apesadumbrado y
afligido por lo que pudo ser y no fue, pero como un sabio me dijo una vez “Por
mucho que sople el viento una montaña no podrá nunca postrarse ante él”. Acepto
las verdades ajenas del mismo modo que espero que las mías sean aceptadas. Mas
no os cerréis puertas, porque caminar por caminos foráneos es la mejor manera
de reconciliarse con el mundo.
He elegido, sí. Y me
siento orgulloso de mis decisiones, gracias a ellas nunca he estado mejor que
ahora. Es aquí donde quiero vivir, y en donde todos mis caminos habidos y por
haber convergen en un fluido llamado presente. Quiero vivir en el presente.
Aunque adentrarme en una etapa vital de ebullición personal
sea incierto es meramente perfecto, todo se resume en fluir, de forma racional,
crítica y personal, pero fluir al fin y al cabo. Así pues mi amor por cuanto es
vida me impide decir otra cosa que no sea:
Ωβ